viernes, 23 de noviembre de 2018

Exposiciones sobre las "Rimas" de Bécquer

Estos son los poemas de Bécquer que os he asignado a cada pareja o grupo:

Ginés, Diego y Bernardo: “No digáis que agotado su tesoro
Eugenia, Alicia y Paula Buzón: “Tu pupila es azul…”
Marta y Bea: “Dos rojas lenguas de fuego
María Galindo y Paula Crespo: “Cuando me lo contaron”
Pablo y Dani: “Como en un libro abierto
Cristina y Ángela: “Me ha herido recatándose en las sombras
Nuria y Raquel: “Tú eras el huracán y yo la alta
Susana y Ana: “Asomaba a mis ojos una lágrima
Carla y Claudia: “Volverán las oscuras golondrinas
María Sañudo y Paula Muñoz: “Hoy como ayer, mañana como hoy”
Juan y Alejandro: “Al ver mis horas de fiebre

Las exposiciones se realizarán los días 10, 13 y 14 de diciembre siguiendo el orden marcado arriba. Dispondréis de unos 10-15 minutos para recitar el poema y realizar el comentario del mismo, que debe contener los siguientes apartados: localización, tema, estructura externa (métrica), estructura interna, análisis del lenguaje y conclusión. Durante la exposición, tendréis que apoyaros en una presentación realizada por vosotros que tenga por lo menos una diapositiva por cada apartado del comentario. Próximamente os proporcionaré una rúbrica de evaluación para que sepáis exactamente qué voy a valorar en este trabajo y también una guía para comentar un texto literario.

lunes, 19 de noviembre de 2018

"Artículos de costumbres" de Larra


Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809, pero pasó en Francia sus primeros años. Aunque escribió teatro y una novela histórica, es en el periodismo donde sobresale especialmente. El tramo último de su vida resultó muy agitado: problemas políticos y sociales lo sumieron en una profunda depresión que concluyó con su suicidio en 1837.

Entre sus muchos artículos, que publicaba bajo seudónimos como “Fígaro”, destacan los de costumbres, en los que censuraba comportamientos, costumbres y defectos de la sociedad española: la holgazanería (“Vuelva usted mañana”), la hipocresía (“El mundo es todo máscaras”), los malos modos en la mesa (“El castellano viejo”), la brutalidad y la indolencia (“El reo de muerte”), las bodas entre jóvenes demasiado precipitadas ("El casarse pronto y mal")…

Algunas de las características de los artículos son:
  • Es frecuente que adopten cierta forma narrativa y que el propio autor o algún pariente sean los protagonistas.
  • La crítica se hace en ocasiones desde la perspectiva de un personaje extranjero (un francés, con frecuencia).
  • Utiliza un lenguaje claro y directo, en el que son constantes la ironía y el sarcasmo.
  • Tenían la finalidad de convencer y gustar al lector de la prensa, y también de reformar la sociedad española.
  • En los que escribió en los últimos años hay un marcado pesimismo, que a veces hace presagiar ya su trágico final.
Selección de fragmentos de artículos para leer:

El casarse pronto y mal

Crítica a los jóvenes que se empeñan en casarse porque se creen enamoradísimos sin tener ninguna preparación, ni oficio ni beneficio, y de lo poco que les dura el amor cuando se les acaba el dinero.

Por fin amaneció el día feliz; otorgose la demanda; un amigo prestó a mi sobrino algún dinero, uniéronse con el lazo conyugal, estableciéronse en su casa, y nunca hubo felicidad igual a la que aquellos buenos hijos disfrutaron mientras duraron los pesos duros del amigo. Pero ¡oh, dolor!, pasó un mes y la niña no sabía más que acariciar a Medoro, cantarle una aria, ir al teatro y bailar una mazurca; y Medoro no sabía más que disputar. Ello sin embargo, el amor no alimenta, y era indispensable buscar recursos.

Mi sobrino salía de mañana a buscar dinero, cosa más difícil de encontrar de lo que parece, y la vergüenza de no poder llevar a su casa con qué dar de comer a su mujer, le detenía hasta la noche. Pasemos un velo sobre las escenas horribles de tan amarga posición. Mientras que Augusto pasa el día lejos de ella en sufrir humillaciones, la infeliz consorte gime luchando entre los celos y la rabia. Todavía se quieren; pero en casa donde no hay harina todo es mohína; las más inocentes expresiones se interpretan en la lengua del mal humor como ofensas mortales; el amor propio ofendido es el más seguro antídoto del amor, y las injurias acaban de apagar un resto de la antigua llama que amortiguada en ambos corazones ardía; se suceden unos a otros los reproches; y el infeliz Augusto insulta a la mujer que le ha sacrificado su familia y su suerte, echándole en cara aquella desobediencia a la cual no ha mucho tiempo él mismo la inducía; a los continuos reproches se sigue, en fin, el odio.

Aquí podéis leer el artículo completo.


El castellano viejo

Crítica humorística de la mala educación de los “castellanos viejos”, es decir, los zafios y brutos aldeanos que se quieren hacer pasar por finos y distinguidos.

¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales; que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?

A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo; fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. -Este capón no tiene coyunturas, -exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.

El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepenas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. 

Aquí podéis leer el artículo completo.


Vuelva usted mañana



Sátira de la burocracia y de la pereza del funcionariado español, que impide hacer cualquier trámite sin caer en la desesperación.


Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido; encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días: fuimos.

-Vuelva usted mañana --nos respondió la criada--, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana --nos dijo al siguiente día--, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana --nos respondió al otro--, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana --nos respondió el lunes siguiente--, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana --nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio.

A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.

Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.

Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país. […]

Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

-¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? --le dije al llegar a estas pruebas.
-Me parece que son hombres singulares...

-Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.

Aquí podéis leer el artículo completo.


El Día de difuntos de 1836


Crítica de la falta de libertad en el Madrid de su tiempo: ¿morir es la única forma de ser realmente libre? (recordemos que Larra se suicidaría en febrero de 1837)


Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de las puertas de Madrid!

Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.

Entonces, y en tanto que los que creen vivir acudían a la mansión que presumen de los muertos, yo comencé a pasear con toda la devoción y recogimiento de que soy capaz las calles del grande osario.

-¡Necios!- decía a los transeúntes-. ¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis espejos por ventura. ¿Ha acabado también Gómez con el azogue de Madrid? ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan contribuciones que no tienen; ellos no serán alistados, ni movilizados; ellos no son presos ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del celador del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta, porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no reconocen más que una ley, la imperiosa ley de la Naturaleza que allí los puso, y ésa la obedecen. 


Reo de muerte

Crítica de la pena de muerte, de cómo se hacía de las ejecuciones un morboso espectáculo, de la presencia de armas en la sociedad y de lo absurdo o desproporcionado que podía ser aplicar “La ley del Talión”.


Llegada la hora fatal, entonan todos los presos de la cárcel, compañeros de destino del sentenciado, y sus sucesores acaso, una salve en un compás monótono, y que contrasta singularmente con las jácaras y coplas populares, inmorales e irreligiosas, que momentos antes componían, juntamente con las preces de la religión, el ruido de los patios y calabozos del espantoso edificio. El que hoy canta esa salve se la oirá cantar mañana. Enseguida, la cofradía vulgarmente dicha de la Paz y Caridad recibe al reo, que, vestido de una túnica y un bonete amarillos, es trasladado atado de pies y manos sobre un animal, que sin duda por ser el más útil y paciente es el más despreciado; y la marcha fúnebre comienza.

 Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre. 

- ¿Qué espera esa multitud? - diría un extranjero que desconociese las costumbres -¿Es un rey el que va a pasar, ese ser coronado que es todo un espectáculo para el pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública festividad? ¿Qué hacen ociosos esos artesanos? ¿Qué curiosea esta nación?

Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre. 

-¿Dónde va? 

-¿Quién es? 

-¡Pobrecillo! 

-¡Ay, si va muerto ya! 

-¿Va sereno? 

-¡Qué entero va!

He aquí las preguntas y expresiones que se oyen resonar en derredor. Numerosos piquetes de infantería y caballería esperan en torno del patíbulo. ¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace, por cierto, el elogio de una sociedad ni del hombre. Un tablado se levanta en un lado de la plazuela: la tablazón desnuda manifiesta que el reo no es noble. ¿Qué quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil? Quiere decir indudablemente que no hay idea positiva ni sublime que el hombre no impregne de ridiculeces.

Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo. Las cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me ponen delante que ha llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno; si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un momento, una lúgubre campanada de San Millán, semejante al estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela. El hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. “La sociedad, exclamé, estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre". "




jueves, 15 de noviembre de 2018

"Canción del Pirata": modelo de comentario



Este texto es la célebre “Canción del pirata” de José de Espronceda, autor del Romanticismo español que desarrolló su obra durante la primera mitad del siglo XIX. Se trata de un texto perteneciente al género lírico, pues está escrito en verso y se manifiestan en él los sentimientos del autor. Con respecto al modo de elocución, podríamos decir que combina la narración (dos primeras estrofas) con un monólogo del pirata que toma la palabra en el resto del poema.

El tema de este poema es muy típico del Romanticismo: es un canto a la libertad, encarnada en este caso en la figura del pirata, que solo se siente feliz y libre en el mar, donde no está sujeto a leyes ni limitado por fronteras.

Con respecto a la estructura externa del poema, consta de un total de 106 versos distribuidos en diecisiete estrofas, de las cuales algunas tienen ocho versos (octavillas), otras tienen seis versos (sextillas) y las que forman el estribillo tienen cuatro versos (coplas). Según su número de sílabas, se combinan versos octosílabos y tetrasílabos. Con respecto a la rima, es consonante excepto en el estribillo, que tiene rima asonante solo en los versos pares. Es, en definitiva, un poema caracterizado por la polimetría propia del Romanticismo.

Internamente, podríamos dividirlo en dos partes en función de lo señalado más arriba: las dos primeras estrofas son más bien narrativo-descriptivas y nos ubican espacio temporalmente (descripción del barco, del pirata y su entorno) mientras que el resto del poema se corresponde con el monólogo del propio pirata, que a su vez podría dividirse en otras partes atendiendo a los subtemas que se desarrollan (valentía del pirata, rechazo de gobernantes y leyes, generosidad del pirata con su tripulación, poco aprecio a la vida...).

La actitud del autor en el texto es claramente subjetiva, pues trata de transmitirnos sus sentimientos de rebeldía y sus ansias de libertad identificándose con un personaje que se sitúa al margen de la sociedad como es el pirata. Aparte, también tiene una segunda intención puramente literaria: la de crear belleza y emocionar al lector con sus versos.

El lenguaje empleado es muy retórico y exaltado, típico también del Romanticismo, por lo que abundan en él las exclamaciones (“¡Sentenciado estoy a muerte!”) y las interrogaciones retóricas (“¿Qué es la vida?”), que conceden fuerza expresiva al poema. Además, se emplean muchos otros recursos literarios con los que el autor pretende embellecer su expresión. Los más destacados son los siguientes:
  • La personificación de los elementos de la naturaleza, que cobran fuerza: “en la lona gime el viento”. También está personificado el barco, al que el pirata se dirige como si fuera una persona: “Navega, velero mío, sin temor…”.
  • La metáfora del verso 12 con la que hace referencia a la espuma: “olas de plata y azul”.
  • Las hipérboles, muy acordes con la desmesura propia del Romanticismo: “el barco vuela”, “cien naciones a mis pies”…
  • Los hipérbatos en varios versos en los que se altera el orden habitual de las palabras posponiendo el sujeto: “han rendido / sus pendones / cien naciones…”, “Allá muevan feroz guerra / ciegos reyes”…
  • La aliteración de “r” en las últimas estrofas en las que el autor intenta imitar la fuerza del mar en la tempestad (“estrépito”, “negro mar”, “bramidos”, “rugir”, “trueno”, “rebramar”, “arrullado”…). En esas estrofas también hay anáfora, polisíndeton y enumeración.
  • La anáfora y el paralelismo presentes en el estribillo, en el que también hay elipsis del verbo “ser” en los dos últimos versos: “Que es mi barco mi tesoro, / que es mi Dios la libertad, / mi ley la fuerza y el viento; / mi única patria la mar”.
El léxico empleado en el poema es bastante sencillo a excepción de algunos términos relacionados con la navegación y el mar (bajel, bergantín, aquilones…). Abundan los verbos de movimiento en presente de indicativo (vuela, alza, navega, viene, vira…) que confieren fuerza y dinamismo al poema. También hay numerosos rasgos de la primera persona, especialmente determinantes posesivos (mis pies, mi derecho, mi valor, mi barco, mi tesoro, mi Dios, mi ley, mi única patria, mi furia, mi música…), que insisten en el egocentrismo que caracterizaba a los autores románticos.

En conclusión, podemos afirmar que este poema es un buen exponente de la poesía romántica española ya que presenta muchas de sus características: el tema principal es la libertad, pero también aparecen otros temas muy propios del Romanticismo como el poco aprecio a la vida, el protagonista es un ser rebelde y marginal que quiere escapar de las normas sociales (el pirata), la naturaleza cobra protagonismo y es tan rebelde y dinámica como el propio protagonista (el mar embravecido) y la ambientación también es romántica (“la luna en el mar riela”), la evasión espacio-temporal se observa tanto en el personaje elegido como en los lugares mencionados (Estambul), el poema presenta polimetría (estrofas de distinto número de versos, versos de distintos número de sílabas, rima consonante y asonante…) y un lenguaje exaltado y retórico. Personalmente, me parece un poema lleno de fuerza que expresa muy bien las ganas de ser libres que tenían los escritores románticos. Es casi un himno, que ha sido musicado por numerosos intérpretes y que miles de españoles han aprendido de memoria en la escuela en los últimos ciento ochenta años, pues sigue teniendo vigencia el mensaje que quiere transmitir: ese deseo que todos hemos experimentado alguna vez de ser libres y de no tener ninguna atadura, de no estar sometidos a leyes ni limitados por fronteras de ningún tipo.






domingo, 11 de noviembre de 2018

Segunda lectura obligatoria: Cuentos del Realismo


En cuanto acabemos esta semana con la literatura del siglo XVIII (Neoclasicismo), comenzaremos el estudio de los dos movimientos literarios que se desarrollaron en el XIX: el Romanticismo y el Realismo. Del primero de ellos ya habéis leído una obra representativa (algunas de las “Leyendas” de Bécquer). Del segundo, vais a leer algunos cuentos. Antes de emprender su lectura, sería bueno que tuvieseis en cuenta cuáles son las características del Realismo (las tenéis explicadas en el tema 2 de Literatura de vuestro libro de texto):
  • Intenta reflejar de la forma más exacta posible la sociedad de la época, a veces con afán de denuncia.
  • El narrador suele ser omnisciente.
  • Los personajes no son héroes sino figuras representativas de los distintos grupos sociales, incluidos los más desfavorecidos de la sociedad.
  • La acción avanza de manera lineal.
  • El espacio se corresponde a lugares concretos y reconocibles, y se describe con minuciosidad.
  • El lenguaje es sencillo y natural, y abundan los diálogos que reflejan el carácter, la procedencia y el nivel social de los personajes.
  • El género más cultivado es la narrativa: se escriben muchos cuentos y novelas.
En el Naturalismo, que es una corriente literaria que se desarrolla ya en los últimos años del XIX y que lleva al extremo los presupuestos del Realismo, destaca, además de las características anteriores, la crudeza con la que se describen, con afán crítico, los ambientes más sórdidos, desagradables, violentos… de la sociedad (este rasgo lo advertiréis de modo especial en los cuentos de Pardo Bazán).

Para comprender los rasgos de este movimiento, que tanto se diferencia del Romanticismo, vais a leer estos cinco cuentos, escritos por algunos de los autores más destacados del movimiento:

¡Adiós, Cordera!” de Leopoldo Alas Clarín (nació en Zamora en 1852, pero siempre se sintió profundamente asturiano)

Se trata de una conmovedora historia sobre dos hermanos asturianos que viven felices en el campo con su vieja vaca, en la que se denuncia, entre otras cosas, la injusticia social.



El indulto” de Emilia Pardo Bazán (nació en La Coruña en 1851).

Es un relato estremecedor que trata el tema de la violencia de género y cuya acción transcurre en Marineda (un nombre inventado por la autora para referirse en su obra literaria a La Coruña).


Las medias rojas”, también de Emilia Pardo Bazán.

Otro breve relato, violento y estremecedor, en torno a los sueños rotos de una joven. En el enlace tenéis todos los Cuentos de la tierra ("Las medias rojas" es el primero de todos ellos).


Para ser un buen arriero” de José María de Pereda (nació en Polanco, Cantabria, en 1833)

Es la historia de un matrimonio de cántabros (de un pueblo de “La Montaña”) que reciben una herencia que cambiará sus vidas. Consta de seis capítulos y un breve epílogo. Pertenecería al realismo regional (fíjate en cómo intenta Pereda reproducir la manera de hablar de los campesinos cántabros de la época).



El don Juan” de Benito Pérez Galdós (nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843)

Es un monólogo que parodia la figura de un donjuán que cuenta en primera persona cómo es derrotado en una conquista amorosa. Es, de alguna manera, una burla al Romanticismo precedente.




El examen sobre los cinco cuentos será el próximo lunes  3 de diciembre.