viernes, 8 de junio de 2018

Relación de alumnos que tienen que recuperar


Alumnos que tienen que hacer recuperación de una evaluación suelta el próximo lunes 11:

Rocío Cuevas (4º ESO A): 2ª evaluación
Judit Gómez (4º ESO A): 3ª evaluación

Álvaro Pereda (4º ESO B): 2ª evaluación
Los tres tenéis otra oportunidad, pero, si no la aprovecháis, tendréis que presentaros a la prueba extraordinaria, que tiene carácter global. Aquí tenéis los contenidos de la 2ª evaluación. Los de la 3ª son: del bloque de gramática, toda la sintaxis, con especial atención a las subordinadas adverbiales; y del bloque de literatura, la generación del 27, Miguel Hernández y la novela durante la dictadura. 

Alumnos que tienen que presentarse a la prueba extraordinaria del 20 de junio por haber suspendido dos o tres evaluaciones:

De 4º ESO A

Jerónimo Díaz

Nessa Gallagher (prueba adaptada de español)


De 4º ESO B

Ginés de Lucas

Alba González

Rodrigo Martínez


De 4º ESO C

Ángela Álvarez

María Galindo

Elvira López

Tomás López

Rafael Rodríguez

Iñaki Rosas

Os recuerdo que tenéis una entrada con la información pertinente sobre la prueba extraordinaria y que no tendréis que examinaros de las lecturas que hayáis aprobado a lo largo del curso. Las clases de repaso para el examen serán los días 14, 15, 18 y 19 de junio. En ellas podréis preguntarme todas las dudas que tengáis, aunque mi consejo es que, si queréis aprobar, empecéis a estudiar ya.

Los demás estáis aprobados. Las notas de los últimos exámenes de los tres grupos ya están en Yedra. Buen fin de semana.

martes, 5 de junio de 2018

Soluciones actividades de repaso


Aquí tenéis las respuestas a las cuestiones sobre el texto que os han entregado esta mañana:

1. El fragmento pertenece a Cinco horas con Mario, una novela de Miguel Delibes publicada en 1966 que pertenece a la tercera etapa de la narrativa durante el franquismo: la de la experimentación técnica que se desarrolla a lo largo de la década de los 60.

2. Carmen expone en este texto sus ideas sobre la educación que a su juicio deben recibir las chicas de buena familia. Según ella, no es necesario que estudien (considera que estudiar es poco femenino) y tampoco es deseable que trabajen (para eso están los hombres). Lo que tienen que saber hacer es conquistar a un chico de buena familia que las mantenga (por eso, como decía su madre, la mejor enseñanza es aprender a pisar, mirar y sonreír).

Mario, por el contrario, quiere que su hija Menchu estudie y por eso se enfada con ella cuando suspende. Además, cree que las mujeres deben trabajar para poder ser independientes del hombre (como, de hecho, ya sucede en otros países europeos de mentalidad más avanzada).

3. La técnica que se emplea es el monólogo interior. El lenguaje es coloquial y propio de la lengua oral, espontánea. Por ello, hay muletillas (pues, vaya, dale…), elipsis (de estudios nada), apelativos o vocativos dirigidos al difunto Mario (hijo, cariño), preguntas retóricas (¿Estudié yo, además?, ¿Desde cuándo trabajan las señoritas?), expresiones coloquiales (poner ojos de carnero degollado, hacer hecho fu como el gato, ir de tumbo en tumbo…), sufijos apreciativos (librote, franchute), expresiones poco precisas (lo de Menchu, eso de los libros), errores gramaticales como el laísmo (a la niña no la tiran los libros, yo la alabo el gusto)… Además, apenas hay puntos a lo largo del discurso y las frases se acumulan de manera caótica, apareciendo con frecuencia la conjunción “que” como nexo conector.

4. Subordinadas:

  • Que estudia: subordinada adjetiva en función de CN (complementa a “chica”). El “que” es sujeto.
  • Lo que buscáis: subordinada adjetiva sustantivada en función de sujeto. “Lo que” es CD.
  • Cómo los libros también pueden servir para algo: subordinada sustantiva en función de CD. “Cómo” es CCM.
  • Por más que tú… serio: subordinada adverbial concesiva en función de complemento oracional.
  • Que hoy no es como ayer: subordinada sustantiva en función de CD.
  • El que aprueba: subordinada adjetiva sustantivada en función de sujeto. “El que” es sujeto.
  • Que el profesor: subordinada adverbial comparativa en función de complemento del cuantificador “más”. El verbo está omitido y “el profesor” sería sujeto en la subordinada.
  • Cuando acabe: subordinada adverbial de tiempo en función de CCT.
  • En cuanto se quite el luto: subordinada adverbial de tiempo en función de CCT.
  • Que Dios te haya perdonado: subordinada adjetiva CN (complementa a “manía”). El “que” es CD.
  • Si estuviera en mi mano: subordinada adverbial condicional en función de complemento oracional.
  • Que un confort alcanzado a cualquier precio: subordinada adverbial comparativa en función de complemento del cuantificador “más”. Está omitido el verbo “vale”.
  • Que en el extranjero trabajan las mujeres: subordinada sustantiva en función de CD.

viernes, 1 de junio de 2018

Novela de la experimentación técnica de los años 60

Como hemos comentado en clase, una de las novelas más representativas de este periodo es Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. Esta obra se ambienta en marzo de 1966, momento en el que Carmen Sotillo acaba de perder, de forma inesperada, a su marido Mario, catedrático de instituto. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo-diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.

El núcleo central de esta narración lo constituye el soliloquio de Carmen, el monólogo de una mujer conservadora de clase media-alta con el cadáver de su prematuramente fallecido marido Mario, catedrático de instituto, librepensador y comprometido periodista e intelectual. A través de los recuerdos de  su insatisfactoria vida en común a lo largo de 23 años de matrimonio, Delibes recrea la España provinciana de la época, los problemas de la falta de comunicación en el matrimonio, así como el conflicto de las "dos Españas".



La obra comienza con la esquela que tenéis arriba y a continuación consta de un prólogo, un núcleo central de veintisiete secuencias (que constituyen el monólogo de Carmen) y un epílogo. Cada una de las veintisiete secuencias comienza con una cita bíblica, pasajes que Mario había subrayado en su Biblia de cabecera. Partiendo de estas citas, Carmen va desgranando sus pensamientos, haciéndole a su marido continuos reproches por su integridad moral y falta de ambición, que han impedido que alcanzaran el reconocimiento y el estatus social que ella ambicionaba para su familia, así como por su actitud de frialdad hacia ella. La renovación técnica se advierte tanto en la peculiar estructuración de la novela en secuencias como en el magistral empleo del monólogo interior como una forma de penetrar en la piscología de la mujer protagonista sin que apenas se escuche la voz del narrador, así como en la condensación temporal (en más de doscientas páginas transcurren tan solo cinco horas).

Aparte del texto que tenéis en vuestro libro (página 195), en la que la protagonista expresa su incomprensión ante la preocupación de su difunto marido por las injusticias sociales, vamos a ver algunos fragmentos de distintas representaciones teatrales que se han hecho de esta novela (han interpretado a la protagonista, Carmen Sotillo, las actrices Lola Herrera y Natalia Millán) y también a leer y comentar otros textos relevantes de la obra.

Como introducción, en el siguiente vídeo la actriz Natalia Millán habla de manera resumida del argumento de la obra:



Aquí vemos a Carmen Sotillo (encarnada por Lola Herrera) explicando al comienzo de la obra cómo ha encontrado el cadáver de su marido, que ha muerto de un repentino infarto:



En el siguiente vídeo se muestra ya la mentalidad conservadora de Carmen (encarnada aquí por Natalia Millán) y los celos que ha sentido siempre de su cuñada Encarna, que hacen que en el monólogo se sucedan los reproches hacia su marido:



En este texto, que pertenece a la segunda secuencia, podéis ver cómo a partir de la cita bíblica (en cursiva) fluye el monólogo de Carmen, quien en este caso le recrimina a su marido algo que nunca le ha perdonado: que nunca se hubieran comprado un coche (Mario iba al instituto donde daba clases en bicicleta). También le reprocha que se hubiera dedicado a escribir cosas que, según ella, no podían interesar a nadie:

En teniendo con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos con eso contentos. Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé cómo decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me enfermaba, palabra. Aunque me esté mal decirlo, tú has tenido la suerte de dar con una mujer de su casa, una mujer que de dos saca cuatro y te has dejado querer, Mario, que así qué cómodo, que te crees que con un broche de dos reales o un detallito por mi santo ya está cumplido, y ni hablar, borrico, que me he hartado de decirte que no vivías en el mundo pero tú, que si quieres. Y eso, ¿sabes lo que es, Mario?  Egoísmo puro, para que te enteres, que ya sé que un catedrático de Instituto no es un millonario, ojalá, pero hay otras cosas, creo yo, que hoy en día nadie se conforma con un empleo. Ya, vas a decirme que tú tenías tus libros y “El Correo”, pero si yo te digo que tus libros y tu periodicucho no nos han dado más que disgustos, a ver si miento, no me vengas ahora, hijo, líos con la censura, líos con la gente y, en sustancia, dos pesetas.    Y no es que me pille de sorpresa, Mario, porque lo que yo digo, ¿quién iba a leer esas cosas tristes de gentes muertas de hambre que se revuelcan en el barro como puercos?. Vamos a ver, tú piensa con la cabeza, ¿quién iba a leer ese rollo de “El Castillo de Arena” donde no hablas más que de filosofías? Tú mucho con que si la tesis y el impacto y todas esas historias, pero ¿quieres decirme con qué se come eso? A la gente le importan un comino las tesis y los impactos, créeme, que a ti, querido, te echaron a perder los de la tertulia, el Aróstegui y el Moyano, ese de las barbas, que son unos inadaptados.

En el siguiente fragmento Carmen habla de Paquito Álvarez (el hombre con el que, como confesará más adelante, le fui infiel a Mario en una ocasión) y, en contraposición, habla de su difunto marido, que realmente nunca le gustó:
De acuerdo, el señorío no se improvisa, se nace o no se nace, es una de esas cosas que da la cuna, aunque bien mirado, la educación, el trato, también puede hacer milagros, que ahí tienes, sin ir más lejos, el caso de Paquito Álvarez, un artesano cabal, no vamos a decir ahora, que de chico trabucaba las palabras que era una juerga, bueno, pues le ves hoy y otro hombre, qué aplomo, qué modales, yo no sé qué maña se ha dado, pero los hombres es una suerte, como yo digo, si a los veinte años no estáis bien, no tenéis más que esperar otros veinte. Y, luego, esos ojos. Hay que reconocer que Paco siempre les tuvo ideales, de un azul verdoso, entre de gato y agua de piscina, pero ahora como ha encorpado y tiene más representación, mira de otra manera, como con más intención, no sé si me explico, y, además, como no se apura al hablar, que habla sólo lo justo y a medio tono, con ese olor a tabaco rubio, que es un olor, que a mí me chifla, resulta, es uno de esos hombres que te azaran, fíjate, quién se lo iba a decir a él. Yo daría lo que fuese porque tú fumases rubio, Mario, que te parecerá una tontería, o por lo menos emboquillado, hace otra cosa, y no ese tabaco tuyo, hijo, que ya no se ve por el mundo, nunca he podido con él, que cada vez que en una reunión te pones a liar uno, me enfermo, como lo oyes, que luego ese olor, a pajas o qué sé yo, a saber qué gusto puedes sacarle a esa bazofia, que si siquiera fuese elegante o así, vaya, pero liar un cigarro, lo que se dice liarlo, ya no se ve más que a los patanes, ni los hijos de las porteras, si me apuras, que te queman la ropa y te pones hecho un asco, como yo digo. Claro que dirás tú que a ti la ropa qué, que ésa es otra, que nunca te dio por ahí, que me has hecho pasar unos apuros que ni imaginas, hijo, siempre hecho un adán, que yo no sé qué arte te das que a los dos días de estrenar un traje ya está para la basura, que ni sé cómo me enamoré de ti, francamente, que el traje marrón aquel, el de las rayitas, me horrorizaba, que yo me hacía ilusiones de cambiarte, pero ya, ya, genio y figura, a esa edad ya se sabe, romanticismo pero ni tanto ni tan calvo, Mario, calamidad, que bien poca suerte he tenido contigo en este aspecto, que me has hecho sufrir más que otro poco. "