jueves, 8 de febrero de 2018

Modelo de comentario: "Sonatina" de Rubén Darío


Este poema titulado “La Sonatina” fue escrito por el poeta nicaragüense Rubén Darío en los últimos años del siglo XIX. Pertenece al movimiento modernista y al género lírico, y su forma de expresión es el verso.



El tema es la tristeza que siente una princesa que, a pesar de estar rodeada de lujos, se encuentra sola y desea escapar de su palacio para poder encontrar el amor.



Externamente, el poema consta de ocho estrofas de seis versos alejandrinos cada una, que riman en consonante siguiendo el esquema AABCCB. Se trata de una estrofa creada por Darío, que no sigue ningún esquema clásico.



Desde el punto de vista interno, podríamos distinguir tres partes en el poema:

1. Tristeza de la princesa en un ambiente lujoso y cortesano (las dos primeras estrofas funcionan como una especie de introducción).

2. Introspección en el espíritu de la princesa y razones de su tristeza (de la cuarta a la séptima estrofa).

            2.1. Falta de amor.

            2.2. Sensación de estar atrapada y deseos de escapar.

3. Su hada madrina la avisa de que su príncipe se acerca (la última estrofa, que se distingue además por su forma dialogada, sirve como desenlace propio de un cuento de hadas).



La principal intención del autor con esta composición es crear belleza a través del lenguaje empleado, de los recursos y de la métrica. Los modernistas consideran que la belleza es un fin en sí mismo (“el arte por el arte”) y por eso en este poema la anécdota es trivial y lo que de verdad tiene importancia es la forma, el lenguaje.

Esta actitud estetizante se manifiesta, por tanto, en el empleo de un lenguaje muy cuidado, elaborado, culto, refinado, bello, retórico… El poema está plagado de figuras literarias que embellecen la expresión y que dotan a la composición de ritmo y musicalidad. Algunas de estas figuras son las siguientes:



Ø  Aliteraciones y onomatopeyas: la princesa persigue por el cielo de Oriente / la libélula vaga de una vaga ilusión

Ø  Anáforas: La princesa…; O... ; Ni… (en estos dos últimos casos, hay además polisíndeton)…

Ø  Bimembración de versos: la cesura permite dividir los versos en dos partes que tienen la misma estructura sintáctica: “La princesa está triste. La princesa está pálida”.

Ø  Interrogaciones: “¿Piensa acaso en el príncipe…?”

Ø  Exclamaciones con valor emotivo: “¡Pobrecita princesa…!”, “¡Ay quien fuera hipsipila…!”

Ø  Metáforas: boca de fresa, boca de rosa, la flor de la corte, el trueno del mar, encenderte los labios...

Ø  Comparaciones: más brillante que el alba...

Ø  Hipérbatos: para ver de sus ojos la dulzura de luz, el jardín puebla el triunfo de los pavos reales

Ø  Personificaciones: se desmaya una flor, están tristes las flores por la flor de la corte, el palacio soberbio....

Ø  Antítesis: mudo / sonoro, Norte / Sur, Oriente / Occidente…

Ø  Sinestesia: dulzura de luz

Ø  Epítetos abundantes, como rosas fragantes, claros diamantes, dragón colosal…



Además, se emplean cultismos, como la palabra “argentina”, tomada directamente de la raíz latina para significar “plateada”; y el término “azur”, proveniente del francés, idioma en que, de hecho, pertenece a un registro culto. También es culta la referencia mitológica que se esconde tras la palabra “hispipila” (según la mitología Hipsípila fue una reina de Lemos, pero Darío la identifica con una mariposa)…. Y algunas palabras se eligen por su sonoridad, como es el caso de las esdrújulas: “libélula”, “crisálida”, “unánimes”…

El poema presenta además un lenguaje muy sensorial y simbólico. Son frecuentes las imágenes sensoriales visuales (“visión adorada de oro, rosa y marfil”, “lago de azur”, “bufón escarlata”, “claros diamantes”), pero también las hay que aluden a otros sentidos, como el olfato (“rosas fragantes”), el oído (“el teclado de su clave sonoro”, el propio título del poema hace referencia a la música), el gusto (“boca de fresa”) e incluso el tacto (“sus tules”). Con respecto al simbolismo, se emplean elementos que con frecuencia simbolizan belleza y que funcionan como objetos estéticos por su carácter ornamental, como las flores (rosas, jazmines, nelumbos, dalias…), los metales o piedras preciosas (diamantes, perlas, plata, oro, marfil…) o los animales alados (libélula, cisne, mariposa, golondrina, dragón).



En conclusión podemos afirmar que este poema es un buen exponente del Modernismo tanto por su temática y ambientación (idealización del amor y de la belleza femenina, pues la princesa tiene la “boca de fresa” y los ojos azules; personajes y ambientes aristocráticos; sentimientos de tristeza y melancolía típicamente románticos, deseos de evasión de la princesa, elementos fantásticos como el dragón, el halcón encantado, el hada madrina…) como por la métrica (uso del alejandrino, rima consonante) y por el lenguaje empleado (refinado, culto, retoricista). También se percibe el evasionismo en las referencias al mundo clásico (hipsipila, lebrel) o a lugares exóticos (Oriente, China, Golconda, Ormuz) y que se trata de un poema muy musical y sensorial, como mencionamos más arriba.




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