domingo, 26 de mayo de 2019

Novela existencial de los años 40: textos


La semana pasada estudiamos las características de la narrativa española durante la dictadura franquista. Aquí os dejo algunos fragmentos representativos de la primera etapa, la narrativa existencial de los años 40.

En el siguiente fragmento de La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, se manifiestan claramente los rasgos del tremendismo, corriente literaria que se basa en destacar los aspectos más desagradables y sórdidos de la realidad. El narrador de esta novela, un campesino extremeño que narra su vida desde la cárcel, nos relata aquí la corta y miserable existencia de su hermano Mario. Son rasgos propios del tremendismo la recurrencia de las escenas violentas y la crudeza con que se describen, la aparición de personajes con defectos o taras, el lenguaje desgarrado y duro




No os dejo más textos de esta obra porque la habéis leído completa.



La otra gran novela representativa de la narrativa existencial es Nada, de Carmen Laforet. Ya leímos en clase el comienzo de la novela, en el que se describía la emoción de Andrea en su llegada a Barcelona, una emoción que pronto se convertiría en frustración, sobre todo por lo que se va a encontrar en la casa de la calle Aribau donde viven su abuela y sus tíos. Una casa llena de miseria, de odio y de violencia, que es una metáfora de la sociedad española de posguerra.

Como ya hemos comentado en clase, las novelas de los años 40 no realizan una crítica social abierta, sino que centran su atención en los aspectos de la vida cotidiana de los protagonistas. Así, en Nada no hay muchas alusiones explícitas a la Guerra Civil, pero la novela muestra a través de sus personajes y del ambiente que describe los efectos desastrosos (desequilibrios psicológicos, economía arruinada, resentimiento, miedo, represión…) que el conflicto dejaría a la España de los años 40. 

Algunos de los temas que se critican en la novela son los siguientes:

La miseria y el hambre

En la novela, el hambre, la necesidad económica y la pobreza son hechos indiscutibles a los que Carmen Laforet alude en varias ocasiones, particularmente en el personaje de Andrea, la protagonista. Para muestra baste el siguiente pasaje de la narración:

Angustias examinando mis zapatos [los de Andrea], cuyo cuero arrugado como una cara expresiva delataba su vejez, señaló las suelas rotas que rezumaban humedad y dijo que yo había cogido un enfriamiento por llevar los pies mojados.
ANGUSTIAS. Además, hija mía, cuando se es pobre y se tiene que vivir a costa de la caridad de los parientes, es necesario cuidar más las prendas personales. Tienes que andar menos y pisar con más cuidado…


El asunto del hambre se trata desde un punto de vista crítico, por ejemplo cuando Andrea hace alusión a su hambre comparándose con los mendigos:

Algunas noches, hambrienta, compraba un cucurucho de almendras en el puesto de la esquina. Me era imposible llegar a casa para comérmelas... Entonces me seguían siempre dos o tres chicos descalzos.
-¡Una almendrita! ¡Mire que tenemos hambre!
-¡No tenga mal corazón!
-(¡Ah! ¡Malditos!, pensaba yo. Vosotros habéis comido en algún comedor de Auxilio Social. Vosotros no tenéis el estómago vacío). 

En esta comparación hay una fuerte crítica a las formas sociales que la obligan a fingir algo que no es, nuevamente el espejo le devuelve una imagen distinta.

La marginación de la mujer

Uno de los aspectos que indirectamente se critican en Nada es el papel de la mujer durante la dictadura: el régimen promovía una imagen “ideal” de la mujer como pasiva, pura y sumisa, destinada únicamente a ser esposa y madre, por lo que la mujer que tenía deseos e ideas propias e independientes con respecto a sus funciones maternas, estaba condenada a “no ser”, o, en el mejor de los casos, a ser considerada una chica "rara" (como Andrea y también como la propia autora, Carmen Laforet).


Andrea, la protagonista de la novela, tiene esta conversación con su tía Angustias, que en la novela representa la represión, la censura y la falta de opciones para la mujer:

- Cuando seas mayor entenderás por qué una mujer no debe andar sola por el mundo.
- ¿Según tú, una mujer, si no puede casarse, no tiene más remedio que entrar en el convento?
- No es esa mi idea (…) Pero es verdad que sólo hay dos caminos para la mujer. Dos únicos caminos honrosos. Yo he escogido el mío, y estoy orgullosa de ello. He procedido como una hija de mi familia debía hacer. Como tu madre hubiera hecho en mi caso. Y Dios sabrá entender mi sacrificio…”.

El otro camino (su tía ha decidido hacerse monja) es ese al que hace referencia tiempo después su amigo Pons cuando mantiene con Andrea esta conversación:
Aquel día fue uno de los primeros de mis vacaciones. Se habían terminado los exámenes y me encontré con un curso de la carrera acabado. Pons me preguntó:

- ¿Qué piensas hacer este verano?
- Nada, no sé…
- ¿Y cuándo termines la carrera?
- No sé tampoco. Daré clases supongo (…)
- ¿No te gustaría más casarte?
Yo no le contesté.

También se aborda el tema de los malos tratos a través de la relación que su tío Juan mantiene con Gloria. Gloria vive en la casa de la calle Aribau, bajo un constante miedo, y a la vez muestra una actitud pasiva, que no le permite modificar su vida angustiosa y de sufrimiento, oprimida por los arranques violentos de su esposo. Esto es evidente cuando Gloria se queja a Andrea de la locura de Juan, aquel hombre atormentado que la golpea y del que no puede huir, simplemente porque no vislumbra su vida de otro modo:

¿Y cómo se puede huir cuando el hombre tiene una navaja y unas piernas para seguirte hasta el fin del mundo? ¡Ay, chica, tú no sabes lo que es tener miedo!... […]. Y si siempre fuera malo, chica, yo le podría aborrecer y sería mejor. Pero a veces me acaricia, me pide perdón y se pone a llorar como un niño pequeño… Y yo, ¿qué voy a hacer? Me pongo también a llorar y me entran los remordimientos…, porque todos tenemos nuestros remordimientos, hasta yo, no creas. 

La violencia

La relación de las personas en la casa Aribau es completamente disfuncional. El caos y la violencia reinan en el ambiente; hay una constante agresión verbal y física entre los hermanos: Juan v/s Román v/s Angustias y entre Gloria y Juan, su marido, quien abusa física y emocionalmente de ella:

De pronto se abrió la puerta de una patada de Juan, y Gloria salió despedida, medio desnuda y chillando. Juan la alcanzó y aunque ella trataba de arañarle y morderle, la cogió debajo del brazo y la arrastró hacia el cuarto de baño. (...) Juan metió a Gloria en la bañera y, sin quitarle las ropas, soltó la ducha helada sobre ella. (...) De pronto soltó a Gloria --cuando ella ya no se resistía-- (...) Yo estaba encogida en un rincón del obscuro pasillo. 

Pero no sólo se presenta esta situación de violencia física sino que también se dejan ver visos de una relación incestuosa que Román, el tío, pretende con Andrea:

-Precisamente tenía muchas ganas de charlar esta tarde contigo, pequeña. Tengo arriba un café bonísimo y quería invitarte a una taza. Tengo también cigarrillos y unos bombones que compré ayer pensando en ti.  

Ante el rechazo de Andrea, Román responde:

-No es verdad que tengas que estudiar Andrea, ¡Anda! -dijo, acercándose rápidamente hacia mí y cogiéndome del brazo- ¡Vamos! Me sentí rígida y suavemente empecé a despegar sus dedos de mi brazo y estábamos muy cerca y no nos movíamos. 

La mano de Román apretando el brazo metaforiza una relación peligrosa: constituye una invasión sobre el cuerpo de Andrea, lo que está indicando un claro deseo de posesión, de pertenencia, a la que Andrea se resistirá hasta el final, situación que le permitirá salvarse de caer en la vorágine de la familia y, por ende, de la sociedad, de la nación. Si queréis saber cómo lo consigue, tenéis que leer la novela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario